La flor en la mesa de la cocina
La flor que dejé sobre la mesa de la cocina era una margarita silvestre. La puse en un vaso con agua, a pesar de que me dijiste que no iba a durar; la había encontrado en el sendero cuando salimos a caminar al atardecer y te la regalé.
Pétalos blancos, me quiere, no me quiere. No quise arrancarlos para confirmar si sentías lo mismo que yo; evité seguir la tradición porque era mi regalo para vos y no lo quería arruinar. Parecía frágil y delicada, y tu pronóstico era de muerte en tres días, pero yo tenía fe en que iba a vivir lo suficiente. Esa flor fue testigo de tus besos, nuestros abrazos, mis lágrimas, mis ideas para el futuro, tu certeza de que no había uno.
Cuando te regalé la flor, me la devolviste con la excusa de que me quedaba mejor a mí y la pusiste detrás de mi oreja, y de la misma forma, después, me devolviste el amor que te di y te fuiste sin mirar atrás, como si no necesitaras la flor, como si no necesitaras mi amor.
La flor blanca sobre la mesa negra de la cocina, ese el contraste que nos representaba: yo el blanco, vos el negro. Yo trataba de sobrevivir; vos tolerabas mi existencia.
Me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera encontrado la flor en el camino de vuelta a casa, si no te la hubiera regalado, si quizás eso hubiera sido suficiente para que te quedaras a mi lado: probablemente no debería haberte demostrado cuánto te quería con un gesto tan simple y tan ingenuo. No llegué a decirte que te amaba; te fuiste antes de que pudiera hacerlo.
Pero la flor que corté y puse en el vaso de agua sobre la mesa de la cocina sobrevivió, resiliente, a pesar de tus pronósticos y tu rechazo. Yo solo quiero saber si algún día voy a poder sobrevivirte, dejar de llorarte, porque ahora soy frágil y delicada, como si solo me quedaran tres días de vida. Me quiere, no me quiere, arranco uno a uno los recuerdos, los observo, los revivo, los rompo, mientras me pregunto si alguna vez me quisiste de verdad, y después los suelto en el viento, esperando que se conviertan en polvo y dejen de dolerme.